¿QUE ES LA ROTACIÓN DE CULTIVOS?
La rotación de cultivo es una técnica consistente en no cultivar los mismos cultivos o plantas en el mismo lugar luego de su cosecha. Esta técnica se ha empleado desde tiempos inmemorables como un método tradicional para evitar el desgaste del suelo y para evitar el desarrollo de plagas o enfermedades en las plantas.
Se recomienda alternar entre diferentes tipos de familias de plantas y también entre el uso de plantas de raíces profundas alternadas con plantas de raíces superficiales o con plantas que requieran de diferentes nutrientes para su desarrollo.
Cuando se desea establecer una rotación de cultivos, hay que tener en cuenta una serie de factores: a) definir las posibilidades de mercado del cultivo, si es para la venta; b) las características del suelo y del clima, para que los cultivos puedan adaptarse a estos; y c) que se tenga las posibilidades de plantar el tipo de cosecha que se desea obtener (tener las semillas, como plantarlas y aporte adecuado de nutrientes).
Para definir si se puede alcanzar su uso sostenido, es importante ver que la rotación de los cultivos permita un adecuado control de malezas, plagas y enfermedades, que las raíces tengan un desarrollo que permita explorar diferentes profundidades del suelo y que se mantenga la fertilidad y las características físicas y químicas del suelo.
Los criterios que debemos tomar en cuenta en la implementación de un plan de rotación de cultivos son:
- El efecto sobre la bio-estructura del suelo, puesto que hay cultivos que son exigentes a esta propiedad física del suelo (algodón, trigo, caña de azúcar, etc.), otros no son exigentes, pero sin embargo lo desgastan (maíz, sorgo y yuca). Hay cultivos que mantienen la bio-estructura y otros que ayudan a su recuperación, aquí se incluyen todas las gramíneas forrajeras de porte pequeño y algunas leguminosas.
- Las exigencias de nutrientes por las plantas, que depende de la especie y de la variedad. Es imprescindible que los cultivos de una rotación tengan exigencias nutricionales diferentes, pero los mismos requerimientos de pH; sólo así se puede garantizar un buen balance nutricional y mejores rendimientos.
- Cada especie vegetal y cada variedad segrega secreciones radiculares que les son propias. Estas sirven para “ahuyentar” las raíces de otras plantas que son tóxicas para ellas. Con esto defienden su espacio radicular contra la invasión de otras raíces. Las raíces con exigencias semejantes no se toleran mutuamente, porque también excretan sustancias parecidas.
- El agotamiento del agua del suelo, se produce cuando dentro de la rotación hay dos cultivos exigentes en agua. Por ello es importante considerar dentro del plan de rotación la disponibilidad de humedad en el suelo y las exigencias del cultivo.
- Una buena rotación de cultivos debe ayudar a reducir la población de plagas y enfermedades. Por ejemplo, para enfermedades causadas por hongos, se requieren de 2 a 3 años, para nematodos de 3 a 5 años e insectos de 5 a 6 años. El tiempo depende de la textura del suelo, su contenido de humus, su riqueza en minerales y su actividad microbiana.
- El valor económico de los cultivos que forman parte de la rotación es fundamental. Normalmente se exige que cada cultivo sembrado sea económicamente justificable. A veces, sin embargo es preferible plantar un cultivo recuperador, a pesar de que en el mercado tenga un precio bajo, pero que aumente la producción del cultivo siguiente.
La rotación de cultivos se basa en el aprovechamiento de los nutrientes que las plantas incorporadas a la rotación, dejan en el suelo, siendo los más importantes, los macronutrientes como el nitrógeno, fósforo y potasio.
Un ejemplo de cultivos que aumentan el contenido de nitrógeno en el suelo, son las leguminosas como las habichuelas, alverjas, fríjoles, habas o garbanzos. Esto lo hacen mediante un proceso de simbiosis a nivel de sus raíces con hongos y bacterias que tienen la capacidad de atrapar el nitrógeno del aire e incorporarlo a la planta. Cuando esta planta es cosechada o reincorporada al suelo, o cuando caen sus hojas, el nitrógeno incorporado a la planta a través de su relación con las bacterias aumenta el contenido de nitrógeno del suelo.
Luego de un cultivo de leguminosas, se puede plantar especies que consumen o requieren un volumen grande de nitrógeno como las liliácesa, entre ellas, la cebolla, ajo, puerro, etc.
Posterior a estos dos cultivos, se puede plantar especies que no requieren tanta cantidad de nutrientes, como el tomate, pimentón, berenjena, zanahoria, remolacha, boniato, apio, perejil, etc.
Después podemos reiniciar el proceso nuevamente.
La idea es reciclar los nutrientes y reutilizar los mismo espacios por diferente especies que en la sucesión, se complementan y ayudan, y a la vez se evita que los patógenos (hongos, bacterias, nematodos o insectos) afecten a los cultivos.
Otra opción es la de sembrar cultivos asociados que se pueden ayudar mutuamente. Un ejemplo de esto es la siembra del maíz en asociación con alguna leguminosa, como los fríjoles. Los fríjoles aportan mayor cantidad de nitrógeno al maíz y a su vez el maíz le da soporte a las plantas leguminosas.